18 Jun

Interface Dictatorship: mesa redonda

Como parte de la investigación realizada en PIPES_BCN, el martes 27 de mayo se llevó a cabo en Hangar una mesa redonda que buscó indagar en una aproximación crítica sobre la idea de interfaz gráfica de usuario.

Teniendo en cuenta los focos de interés de la investigación, se invitó a participar a Mayo Fuster, Marga Padilla, Hugo Roy y Carlos Scolari, con la moderación de Andreu Belsunces.

Antes de iniciar el debate, Tere Badía, directora de Hangar, presentó el proyecto PIPES en el marco del centro, y explicó que es una de las semillas para crear proyectos de investigación transdisciplinarios, transuniversitarios –en este caso están involucrados UOC y BAU- y buscadamente problematizadores.

Tras esto, se introdujo la idea de interfaz como un espacio de poder, sobre la cual se dialogaría durante las dos siguientes horas.

Interfaces: tres leyes

Como introducción a la temática, Carlos Scolari reflexionó sobre el significado polisémico de la palabra interfaz, y presentó tres leyes.

I. La interfaz es una metáfora. Puede ser entendida como membrana separadora, puente comunicativo, como conversación o como entorno. Según Scolari, puede pensarse también como una red, una multitud o un objeto líquido.

2. Las interfaces nunca son transparentes. Autores como Donald Norman afirman que la mejor interfaz es la que desaparece en el uso, y sin embargo, esta buscada sensación de naturalidad es necesariamente falsa. Las interfaces son aparatos complejos de producción e interpretación de sentido, del mismo modo que son ideológicos. Así el diseño de interfaz deviene una actividad política.

3. Las interfaces son un sistema. Cada una de ellas (libros, periódicos o pantallas) se mezclan y dialogan de forma promiscua, evolucionando con el uso que se hace de ellas.

(Ver presentación)

 

Hechas estas primeras reflexiones se lanzó la primera pregunta:

I. ¿Cómo las plataformas explicitan u ocultan el valor de nuestra interacción mediante sus interfaces?

Hacer más claro el valor que los usuarios generan en las interfaces es uno de los muchos objetivos de Terms of Service, Didn’t Read, de Hugo Roy. Al respecto, explicó que cuando hacemos check en la pequeña cajita para poder acceder a un tipo determinado de servicio online, a menudo aceptamos unas condiciones que de conocerlas, no habríamos aceptado. En este sentido, la interfaz de los Términos y Condiciones de la mayoría de servicios en internet es solamente esa cajita, tras la cual se esconden textos casi ilegibles. Los Términos y Condiciones de PayPal, por ejemplo, son más largos que el Hamlet de Shakespeare. Es así como muchas empresas se protegen y en cierto modo expolian a los usuarios el copyright de sus creaciones o sus imágenes. Tal es el caso de Facebook o de la aplicación Tweetpic.

Terms of Service Didn’t Read visualiza estos largos textos mediante iconos y frases cortas, advirtiendo al usuario sobre lo que están a punto de aceptar para usar determinados servicios. (Ver presentación)

Por su lado, Mayo Fuster, afirmó que las interfaces son como una pantalla de humo donde se esconde la privatización del valor generado por el usuario, y resaltó la doble moral (el doble mercado) de las empresas que se presentan de forma abierta pero que de algún modo se aprovechan de los usuarios.

Ahora, ¿cuál es el valor de los procesos de interacción? -¿El dinero?- Según Fuster, las teorías de monetarización ya no son válidas, algo que queda claro cuando se piensa en el indicador de valor de Wikipedia,  la cuarta página más visitada de internet y que sin embargo no genera beneficios económicos. Se necesitan nuevos indicadores de valor, y Peer2Peer Value –una iniciativa en la que trabaja Fuster-, es un proyecto europeo que investiga sobre el valor y sus posibles indicadores.

A la hora de pensar en el valor, explicó Mayo Fuster, debemos preguntarnos: valor, ¿para quién? ¿Para la sociedad? ¿Para la empresa? Debemos avanzar en la creación de teorías de valor en entornos digitales, y algunos indicadores válidos podrían ser mercantil / monetario; creación de comunidad; valor de uso (en qué medida se utiliza); la reputación (el uso del logo en intercamio de servicios, por ejemplo); en qué medida la comunidad cumple con el objetivo que se propone; o el valor ecológico (software libre).

La siguiente ponente en participar fue, Marga Padilla que para ilustrar la visibilización del valor en las interfaces usó el ejemplo de Drupal, una plataforma libre y de código abierto para la gestión de contenidos. Padilla resaltó que éste es un ejemplo donde la interfaz explicita el valor de los usuarios que contribuyen por voluntad propia. Drupal –explicó- no tiene valor de cambio si no de uso, y está dirigido y evaluado por la comunidad. Lo que se produce de este modo no es ni público ni privado, sino distribuido.

De acuerdo a esta hacktivista, Drupal tiene dos características fundamentales: la “equipotencialidad”, porque a priori no hay una selección para participar; y el “holoptismo”, ya que todas las personas participantes tienen acceso a toda la información de todo el resto de participantes, de modo que se neutraliza ese punto panóptico desde el que se puede ver sin ser visto.

Así, Drupal se convierte en un ejemplo de software creado de forma colectiva que materializa su funcionamiento y su ética en su interfaz: muestra un mapa con las contribuciones a tiempo real así como un resumen de lo que ha acontecido esa semana; existe un listado de las personas que han contribuido más a la comunidad, así como un inventario de contribuciones que se hace automáticamente y que la comunidad ha construido para darse transparencia a sí misma. De este modo, la reputación de los participantes se construye en base a sus contribuciones.

II: ¿Cómo las interfaces condicionan las comunidades?

Mayo Fuster, experta en comunidades online, inauguró la tanda de aportaciones de esta pregunta proponiendo cambiar el  nombre de “Interface Dictatorship” por “Interface Governance”. Según ella, existen distintos modelos de gobernanza de la interfaz, y al respecto se preguntaba cómo la interfaz determina esos procesos y cuál es su objetivo. Para entender esto, Fuster propone 8 dimensiones: misión colectiva y quién la define; principios culturales y normas sociales; diseño de la plataforma de participación; auto-gestión de las contribuciones; normas formales que se dan en la comunidad; licencia que determina las relaciones que se puedan establecer; toma de decisiones y sistemas de resolución de conflicto en relación a la interacción de la comunidad; y proveedor de infraestructuras.

En algunos casos, todos estos factores se relacionan en los procesos de gobernanza en los entornos online, y en otros solamente el proveedor de infraestructura lo hace. Por ejemplo, Wikipedia, a través de Wikimedia hace intervenir a las 8, mientras en Flickr los usuarios tienen mucho menos poder sobre las estas dimensiones. De todas, las que tiene más peso es la de las infraestructuras, porque influye mucho en que las otras sean posibles. (Ver presentación)

Por su lado, Carlos Scolari apuntó que la idea de interfaz como dictadura recuerda al Gran Hermano de Orwell, y que él la entendía más como un campo de batalla. Según él, el poder está en la empresa pero también en el código. En la interfaz hay una lucha, y existen normas de uso que se apropian de la interfaz. Por ejemplo, el algoritmo de Google toma y aprende del comportamiento de los usuarios: estamos trabajando para ellos, y por extrapolación –explica- puede decirse que las horas que pasamos en internet las pasamos “trabajando”. Del mismo modo que había un pacto tácito con la publicidad en la TV, la radio o la prensa, también lo hay en los medios digitales, solo que lo que se pide a cambio es nuestra información.

Cuando Marga Padilla tomó la palabra, explicó que las interfaces condicionan a las comunidades en la manera en la que distribuyen o no su poder. Como ejemplo, habló de “A Rape in Cyberspace”, el primer caso de violación en la red, llevado a cabo en un juego online que funcionaba mediante texto. Un usuario usurpó la identidad de otro y le obligó a hacer cosas que no quería. Los Magos, los usuarios más poderosos, pensaron en castigarlo, pero se dio un debate en el que se dijo, por ejemplo, que este tipo de prácticas no estaban explícitamente prohibidas. Finalmente se decidió que para tomar medidas contra el usuario se debía crear un gran consenso. De ello, explicó Marga Padilla, se entiende que el hecho de que alguien tenga poder en una comunidad no quiere decir que se sienta legitimado para ejercerlo. El poder, aclaró, debe estar sustentado en una ética.

III. ¿Qué agentes tienen y mantienen el poder?

De acuerdo a Marga Padilla, la manera de hacerse con la hegemonía en las interfaces es agenciarse las metáforas con las que funcionan, o encontrar alguna que funcione mejor que las otras y que además cuadre con los propios intereses.

Mirando a la evolución de las interfaces gráficas, al principio encontramos la línea de comandos. De la línea de comandos se pasó a la interfaz textual, y luego a la gráfica. Con el tiempo ha acabado habiendo una escisión entre Windows, orientado al trabajo en oficinas, y Apple, pensado para un trabajo de diseño o creativo.

En cuanto al poder, en las interfaces hay costes enormes en términos de ocultación de la complejidad en la cultural de la interfaz gráfica. El verdadero valor se esconde tras una ventana de humo: la manera de revalorizar las interfaces es el cambio continuo de las mismas. Así es como proliferan negocios instalados en el valor de la renovación constante (un valor ilusorio) que, por un lado oculta el verdadero valor y conocimiento de los usuarios, y por el otro genera un coste social tremendo al dificultar el acceso a las personas mayores, discapacitados, etc.

En relación a este mismo tema, Carlos Scolari recordó que los browsers (navegadores) están en una constante batalla, y que las victorias y las derrotas han ido configurando el funcionamiento de la red de hoy en día. Por ejemplo, las primeras versiones de Netscape daban la posibilidad a los usuarios de que crearan sus propias páginas web de forma gratuita (este es uno de los internets que podría haber existido), pero esa apertura se rompe con la popularización de Explorer. Para crear páginas para ese navegador deben usarse programas de pago como Microsoft Front Page o Adobe Fireworks, lo cual es una decisión ideológica y estratégica para derivar la creación a un mercado profesional. De este modo Explorer ensayó la lógica cerrada de la TV en el navegador.

En este mismo sentido, el filósofo, teórico y académico de la UOC Pau Alsina intervino desde la fila 0 del público para poner de manifiesto la importancia del arte digital como campo desde el que se piensan las interfaces.  En los años 90, en el Net Art o el Browser Art la interfaz se convertía precisamente en un campo de acción para la práctica artística: navegadores y metáforas alternativas cuestionaban la usabilidad. De forma paralela, en el ámbito del Software Art también se generaron repositorios entendiendo la interfaz como campo de batalla o como productoras de realidad.

Por su lado, Mayo Fuster se preguntó directamente cuáles son los agentes que pueden tener el poder: los individuos, las comunidades, las infraestructuras o la sociedad en su conjunto, y trajo un ejemplo a colación. En los casos en que las comunidades están más empoderadas hay muchos menos cambios que en las comunidades que no están tan empoderadas. Wikipedia, por ejemplo, ha cambiado poco desde su fundación, a diferencia de Wikihow, que también es otra comunidad. Según como, explicó Fuster, es difícil poner de acuerdo a toda una comunidad, a lo que Marga Padilla añadió que quizás no se dan cambios en algunas interfaces porque sus comunidades valoran mucho el conocimiento que tienen sobre ella.

Al respecto, Carlos Scolari apuntó que se está dando una macdonalización de las interfaces, y citó a Jacob Nielsen, un gurú de la usabilidad, que afirma que todas tienen que ser iguales. Sin embargo, aclaró, en el terreno del arte se rompen los códigos y se permite evolucionar.

IV. ¿Los conflictos de poder se pueden visualizar? ¿Cómo se muestra la disidencia?

Como respuesta a la última pregunta, Scolari explicó que la interfaz manifiesta los conflictos que se dan en ella. Existen interfaces abiertas que dejan espacio para las disidencias, mientras que otras son más cerradas, y es en éstas en las que es más difícil hacer explícitos los conflictos.

Por su parte, Hugo Roy puso el acento en el navegador Firefox, que aún siendo un producto de masas permite gestionar el acceso, estimulando a los usuarios a crear su propia interfaz. Esto sin embargo no es posible en otros servicios como Twitter, Facebook o YouTube.

Siguiendo el debate, Marga Padilla expresó sus dudas sobre si los conflictos pueden visibilizarse en la propia interfaz. Volviendo al ejemplo de la violación en internet, explicó cómo esa acción se pudo hablar porque existía una lista de correo relacionada que funcionaba paralelamente a la interfaz del juego. A partir de esto, Padilla afirmó que para que se haga visible la disidencia o el conflicto es necesario un lugar paralelo, con otras normas y pautas de interacción. A nivel de sistemas operativos, comentó, entre Windows y Apple la disidencia es Linux.

Ante la pregunta, Mayo Fuster dio por sentado que existen conflictos de poder, pero puntualizó que éstos dependen de la gobernanza: si el modelo es más democrático seguramente se podrán expresar con facilidad, y al contrario, si es más dictatorial, las posibilidades serán menores. Esto se acentúa en un eje donde en un polo está el software y las licencias libres, y en el otro el software propietario y el copyright. En este segundo caso, el proveedor de infraestructura determina mucho las relaciones de poder, aunque las comunidades siempre pueden desarrollar revueltas, como en el caso de los videojuegos, donde hay un gran repertorio de empoderamiento.

La última aportación de la noche vino de la mano de Oscar Marín, del estudio de visualización de datos Outliers, que puso sobre la mesa el concepto de Growth Hacking, una técnica de márqueting y pseudociencia que analiza lo que hacen y cómo aprenden los usuario. A través de la monitorización del uso que los usuarios hacen de las interfaces, los diseñadores, programadores y compañías tratan de mejorar sus servicios, y visto de esta manera sí puede decirse entonces que los usuarios deciden sobre la interfaz, aunque no lo sepan. Es así que cuando se descubre que hay algo que atrae la atención de los usuarios (como el color azul en los botones importantes) todas las interfaces giran hacia ahí, porque hay una obsesión con el crecimiento. Esto, sin embargo, no es aplicable a todas las webs. Wikipedia, por ejemplo, aún siendo extremadamente popular, tiene una interfaz que no evoluciona tanto como las otras. Esto se explica porque su objetivo no es crecer y generar beneficio económico fruto del tráfico de visitas, sino ser útil.

Ver Relatogramas de Carla Boserman [1] [2] [3] [4] [5] [6] [7]

Ver todos los materiales aportados por los ponentes de la mesa redonda

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